TEXTS & REVIEWS
Innerity

Yo también caí en el saco sin fondo e inclasificable de la New Age noventera. Como muchos incautos seguí las migajitas de pan que eran los discos de Enya, Wollenweider, Mertens y hasta un Peter Gabriel reconvertido en adalid de las Músicas del Mundo. Y allí fui a verme, en ese cajón de sastre rodeado de discos de cantos africanos, polkas de coros soviets, jazz y folk mestizos e indefinibles mejunjes electroacusticos. Me engañaron y no lo perdoné. Dos décadas ignorando una ingente cantidad de grupos y discos que lucían la etiqueta maldita de la New Age.
Y en 2018 descubro en la fase de preselección para los Synthetic Generation Awards convocados por Amuza producciones un cacho de tema que mostraba vigoroso aquel ADN de la New Age pretérita, de melodías y mensaje, de sensibilidad y temática celta o espacial. “Crossing Stars” se llamaba y su artífice Tsode. Emocionado, me reconcilié con el defenestrado género musical.
Felizmente aquel tema no quedó segregado y huérfano. Jesús Valenzuela, el hombre tras el proyecto TSODE, ha afrontado valientemente el reto de confeccionar un nuevo larga duración con el que acercarse a la cota marcada por su antecesor, “The Quiet Music, The Sonorous Loneliness”. 5 meses de proceso creativo para ir situando alrededor de “Crossing Stars” unas piezas que completen un retrato íntimo de anhelos, fantasías, decepciones… porque así es “Innerity” (Musiteca 2019), una introspección sonora y serena. Quizás por eso es más ambiental que melódica, aun contando con numerosos pasajes épicos y de considerable peso orquestal y coral, y muy probablemente por esa razón los casi 60 minutos de metraje de la obra pasan sin percibirlos.
Irreconocible y exento de su acento cordobés nativo, Jesús Valenzuela, abre “Innerity” con un recitado escrito por Antonio Pardo, coautor de la última biografía en español de Mike Oldfield. No es azar esta conexión con el de Reading, más bien se busca premeditadamente permanecer en sintonía con su sonido. A ello ayudan un conjunto de brillantes guitarras decididas a recrear las escalas y acordes patentados por Oldfield. Que nadie piense lo contrario: todo suma, exponer explícitamente las influencias musicales también. Así como no mostrar reparos a la hora de tender puentes entre lo electrónico y lo orgánico. Así hace TSODE en piezas de sonido tan diferentes como “World’s Hope”, con una andamiada orquestal donde predominan instrumentos de viento y reforzada por grupos corales, o “In The Middle Of Nowhere”, con su potente lead analógico y voces sintéticas.
No pasa desapercibido en “Innerity”, un trabajo prácticamente instrumental aunque las guitarras de Rubén Álvarez (procedente de Tubular Tribute), Esteban Vallín-Music y Sergio Zurutuza parezcan hablar, la inclusión de un único tema cantado. Se repite la proporción existente en “The Quiet Music”, donde “But You Don’t” adquiría una relevancia que sorprendía incluso a su autor. Acertadamente fuimos varios los que empujamos a TSODE a enfrentarse al miedo ante el micrófono, y como un regalo recibimos “He Malgastado Mi Tiempo”. Esta sorpresiva composición tecnopop, que ya quisieran para su repertorio grandes grupos del género, castellaniza un disco que parece procedente de otras latitudes. Descartando además ridículos complejos por cantar en español, se constata el potencial musical de TSODE al atreverse con un estilo inédito en él. Ya podría haberse presentado como el single adelanto de “Innerity” y como tal cumpliría sobradamente su misión para promocionarlo. Pero es cierto que “Alquimia”, la pieza escogida para este fin, es más representativa del sonido del disco. Cómo me gustaría que, siguiendo una vez más la trayectoria de Mike Oldfield, TSODE se atreviera a publicar un cancionero pop al estilo de “Discovery” o “Earth Moving”.
Hay en “Innerity” un guiño a “The Quiet Music” que solo los fans y acerdados compradores de ese disco (aún disponible en formato físico; ultimísimas copias) podrán identificar. Se trata de “The Farewell”, pieza donde además de incorporar los elementos sonoros más representativos del álbum rescata la melodía de “Run”, bonus track del anterior trabajo, adornada con un sonido de theremin de lo más convincente.
Y así transcurre “Innerity”. No tiene el espectro melódico de “The Quiet Music”, ni falta que le hace porque no aspira a ser un álbum de canciones pop. Perpetúa la esencia del sonido TSODE, lo cual es una garantía de estilo. Una confirmación. Es un trabajo que se deja querer con tan solo un par de atentas escuchas, que transmite emoción de manera fluida. En esos días oscuros para la Música, golpeada por ritmos y rimas banales y mundanas, hacen falta discos auténticos como este.
The Quiet Music, The Sonorous Loneliness (Review)
Spanish electronic music composer Jesús Valenzuela – who records under the project name of Tsode – returns with his highly-anticipated third LP entitled The Quiet Music, The Sonorous Loneliness, which features 11 compositions spanning nearly 55 minutes. As with his previous two releases – Yggdrasil andBrainstorming – Tsode’s latest album similarly traverses an otherworldly mythical realm, as the enthralling compositions range from chill-trance anthems, to cinematic ambient panoramas, to symphonic electronic audio vistas.
Ocean waves and a droning undercurrent introduce the album on the title piece, “The Sonorous Loneliness”, as cinematic strings and brass eventually swell into a symphonic movement akin to a classic Vangelis score. Like a ship leaving the dock at sea, the listener finds themselves soon embarking on a fantastic sonic voyage. Following next, icy timbres open “North Point” – a most enchanting composition which feels evocative of a cold northern climate that perfectly lends itself as the backdrop to a winter fantasy-tale. The piece soon unravels a sweeping melody comprised of piano, guitar and colorful array of Celtic pipes amid distant, thundering percussion – and a similar motif is revisited later-on with the tenderer composition, “Eternal Love”.
The third track, “A Little Breath”, is a gorgeously melodic soundscape characterized by a wondrously emotive build-up comprised of ambient textures, echoing drums and a crystalline keyboard melody. A definite favorite of mine, the piece somewhat recalls the collaborative works of David Helpling and Jon Jenkins with a cinematic/fantasy touch of David Arkenstone. “Sunday Sun” ensues and is another transportive triumph – featuring soaring electric guitar by fellow Spanish chill/electronica composer, David Clavijo, who is accompanied by a slick groove and duduk – a familiar instrument that’s appeared on prior Tsode compositions.
“Ascension Paths” is a likewise spectacular piece although more definitive of “chilltrance” in the vein of Schiller or Tigerforest. Energetically vibrant yet hauntingly mysterious, the aural space seemingly feels encapsulated by a wind-tunnel, as daduk, digital effects and synthesized vocal tones echo among the ether. Concluding our fascinating adventure is the bonus track, “Run” – a notably Jarre-inspired piece characterized by a cinematic and colorful space-age motif that’s underscored by a retro-techno beat.
Bearing stylistic hallmarks throughout of pioneering musical legends such as Enigma, Jean Michel-Jarre, Mike Oldfield and Vangelis, The Quiet Music, The Sonorous Loneliness is arguably Tsode’s most accomplished work to date – and certainly destined to be among this year’s finest albums!
Brainstorming
El cordobés Jesús Valenzuela es quien se oculta tras el acrónimo TSODE. Digo acrónimo porque supongo que se refiere al álbum de Mike Oldfield The Songs of Distant Earth (1994), todo un referente para una generación de aficionados a la música electrónica de corte new age. Y Valenzuela parece haberse aprendido bien la lección del sr. Oldfield, porque con este Brainstorming(2017) logra un trabajo en el que el equilibrio entre lo digital y lo acústico se mantiene firme de principio a fin con loable elegancia.
Brainstorming (Review)
Tsode is the recording alias of Jesús Valenzuela, an electronic music composer from Córdoba, Spain. Having been thoroughly delighted by his previous album, Yggdrasil, I immediately sensed even greater things were in store upon receiving his follow-up, titled Brainstorming. Comprised of eleven compositions spanning fifty-eight minutes, the album unfolds like a wildly fascinating sonic adventure, which seemingly traverses an otherworldly landscape located in another mythical dimension. Alternating between chill-trance anthems and epic ambient soundscapes that often incorporate soaring electric guitars and ethnic/world samples, Brainstorming frequently recalls the likes of Schiller, Asura, Enigma and even Mike Oldfield (particularly his 1990’s-era The Songs of Distant Earth and Voyager albums).
Some notable highlights include the spellbinding title track, “Brainstorming”, which features Isaac Muñoz on Flamenco guitar. Armenian duduk and gothic chants seemingly conjure up mystical visions amid laser lights and fog machines, perfectly illustrated by the composition’s driving electronic rhythm and densely nocturnal atmosphere. “Lost in Unconsciousness” is a slower-paced yet equally vibrant composition that feels heroic and fantasy-like, effectively imparting images of a mythical land replete with castles, wizards and dragons. Characterized by bouncy sequencers, aquatic, echoing textures and a steadily stark rhythm, the piece is eventually joined by a soulfully riveting electric guitar solo by Sergio Zurutuza towards the latter part, which carries us till the end. Compositions such as “Heaven’s Walker” define the album’s more contemplative moments with its drifty piano notes and suspended ethereal chords amidst a pulsating rhythmic undercurrent. Soaring electric guitar more along the style of Mike Oldfield returns for “Odisea”, this time courtesy of Miguel Engel Arcengelus, amid a texturally dynamic, cinematic backdrop. My absolute favorite composition herein is the hauntingly Enigma-esque, “…And it was so”, which initially moves in slowly with misty chord layers and astronaut speak. An incredibly phenomenal piece led by the familiar sound of duduk and a seductive driving beat, it conjures a mysteriously fascinating presence of both the distant past and future, as if travelling a great distance in spaceflight around Earth. “Dystopia” recalls a bit of Jean-Michel Jarre’s Oxygene and Equinoxe works transposed into electronic music’s modern era. Mesmerizingly futuristic and evocative of time-travel, processed vocal snippets and digitized bubbly effects seemingly stream along a tunnel of blinking lights, which are brilliantly illustrated by the composition’s space-techno soundscape.
One of my favorite recent musical discoveries, Tsode mastermind Jesús Valenzuela has produced another stunning album that is both euphoric and enigmatic from start to finish. A must-have, especially, for fans of Schiller, Enigma and Jean-Michel Jarre, Brainstorming perfectly exemplifies epic electronica for the modern ages!
Brainstorming (Review)
A new artist comes across my path and a fresh new album opens up its doorways’ for us to once again explore, on another musical journey. The artist is Tsode, and the album is Brainstorming.
There is nothing like listening to something new and fresh and this album falls gently into both categories with ease, The opener called Amanecer which I believe is dawn or daybreak in English, is sublime perfection. A gentle start, a steady build, then the percussion builds and explodes with the keyboards, as our musical sun lights up our way on a brand new day.
We follow that up, with a somewhat deeper composition called A Darker Purpose. We can sense through the keyboards a feeling of apprehension and a darkness of purpose, this would fit a sci-fi movie with ease, now this has a subtle cinematic quality about its construction and also a very clever use of ethereal vocals to create a really moody piece.
The title track is next and Brainstorming floats from Jean Michael Jarre and David Wright in style. The electronic flavour of this offering is inspiring and extremely melodic. Tsode on keyboards is an inventive composer and once again uses voice samples to add a depth and quality, in what is one of my personal favourite up-tempo tracks from the release.
The mastery of Tsode is unveiled further on the next piece called Lost in Unconsciousness; this has all the hall marks of a Vangelis arrangement and is utterly super. The revved up guitar seals a classic track if I have ever heard one, and what a stunningly well produced piece this is to bathe in.
A thoughtful musician will know when to take the foot off the gas and allow the lush creativity of artistic brilliance to show, and on Heaven’s Walker we have just that. This down tempo styled arrangement has such an emotive energy about its construction; the gentle melody is both reflective and incredibly beautiful and the crescendo and percussion only go to make this piece yet another favourite of mine. Once more Tsode creates a cinematic composition of great quality.
We now step carefully into the second half of the release and find an offering called Elevation Angle. The ambience here is vast, but smoothe and fluent, the intention of the percussion at around the half way mark is clever and artistic and prepares the listener for a slight change in energy, which occurs just before the 3 minute mark. Tsode has also built in a sense of movement within this track as well, and created a juxtaposition between the first segment and the latter.
A grandstand piece is now upon us, this one is called Odisea and if you ever wanted to listen to a soundtrack for a movie perhaps about the Odyssey by Homer, this would be it. Tsode adds instrumentation, builds in a thundering crescendo and lays down an empowering guitar segment in a track that has all the markings of greatness. The energy of this arrangement is both powerful and moving and manifests an almost Mike Oldfield moment of magic for us.
And It Was So is our next offering. Tsode uses spoken audio in the creational aspect of the composition, with religious undertones as the main narrative of the composition, however, on a musical basis just listen to the inventive and creativeness of percussion and the amazingly smooth and colourful richness of musical pattern here.
Almost the mirror image of the last offering, we now move to Dystopia. This place where badness rules with the rod of fear, and an environmentally degraded landscape is illustrated perfectly with another classic EM styled composition that gains energy and tempo as it travels. The percussion and added female vocalisations create a vision of this dystopic state. Listen also to the stylish manifestation within the progression of this track its simply amazing.
Our penultimate track is a very stylish piece indeed and called Dulces sueños Pequeña and I hope I get this close in English, to have a sweet dream? This short form composition has a beautiful childlike lightness about its creation and is music you may well play to a child before they drop off to sleep.
So we are at the last track and what a stunning way to leave what has been a superb album to have been a part of. This one is long form all the way; you have 11 minutes plus, of a slice of genius called Angels in the Shadows. A sense of trepidation can be found here as Tsode brings into being a whole new reality of space and time into being. Angels in the Shadows is one of those pieces you would love to round off a release with, it has everything, a cautious start, a moody creation that uses the subtle crescendo sublimely. As you would expect the pace and intent picks up, which drifts intelligently into a piano segment, then floats into the loving arms of an angelic repose.
I must admit to be pleasantly surprised with Brainstorming by Tsode, you never know quite what to expect from an artist you have not heard of before, but I tell you this, here within this album lies some of the finest electronic work I have heard for decades. I urge you to all take a listen to this release, Brainstorming by Tsode is just the shot in the arm this genre needed, and I for one thoroughly recommend it.
Yggdrasil (Review)

Tsode is the recording alias of Jesús Valenzuela who hails from Córdoba, Spain. Conjuring an essence of enchanting otherworldliness, his album Yggdrasil gets its name from a mythical tree that connects the nine worlds of ancient Norse cosmology. Inspired by musical legends such as Mild Oldfield, Schiller, Enigma, Jean Michel Jarre, Enya and Vangelis, influences of these artists can be heard throughout the album’s ten gorgeous compositions.
“The Roots” introduces us to an intriguing blend of biotic and synthetic sounds that eventually build up in a cinematic fashion, seemingly unveiling a magical, mythical world of fascinating discovery that lies somewhere ahead. “Flying Hawk” follows next in a beautiful electronic arrangement accentuated by ethereal voices, ethnic percussion and soaring electric guitar courtesy of Miguel Engel Arcengelus, which is somewhat reminiscent of Mike Oldfield. Continuing on to “The Dance of the Forest”, the soothing sounds of a waterfall, chirping crickets and indecipherable whispers conjures mystical twilight images. One of my favorite pieces on the album, it fondly reminds me of the music of Amethystium with is beautifully complex arrangement of instruments. A haunting piano melody is carried throughout among its ensemble of cello, chimes, duduk, ethnic voices, electronic and tribal percussion. Flashy and sparkly sounds along with echoing piano notes amidst an ambient backdrop characterize “Nine Worlds”, which progressively builds throughout in a cinematic quality that reintroduces electric guitar, this time performed by Paco Salazar. The more dance/electronica-styled “Le Parfum du Petrichor” ensues with drifty piano and an enveloping rainstorm that soon introduce haunting chords, thundering effects, distant exotic voices and a repeating duduk motif throughout. Another favorite, this catchy and melodic piece reminds me of much of Schiller’s work, with its spellbinding combination of chill-trance and world music flavors. Named for the Norse goddess of love and magic, “Freyja” is an ambient-style piece characterized by spacious chords, echoing drums and a sprinkling of bells throughout. Ethereal voices and gentle piano lend an added supernal quality, bringing images to mind of a spectacular castle set high in the mountainous mists. Further chill-trance influences can be heard on the equality enjoyable “Journey for the Iving River” and “Mannaheim”, which employ heavily digital and high-energy sequencer effects. Comparatively, the more gothic-tinged “Jotunheim” reminds me of David Arkenstone’s middle-earth inspired works. Finally, swirling breezy sounds and breathy intonations grace “After the Storm”, peacefully concluding this fantastic and magical journey.
A stunningly crafted album that will certainly appeal to a wide range of listeners, Yggdrasil touches upon ambient, electronica, new age and world music influences, variably blending these styles both cohesively and seamlessly into a gorgeously illustrated otherworldly adventure!
The Quiet Music, The Sonorous Loneliness
De todas las fuerzas que rigen el universo, quizá, sea el amor, anhelo y encanto de los desencantados, la que ejerce una mayor atracción entre los seres humanos. Loado desde los albores del tiempo por juglares, rapsodas y místicos; el amor, fuente de inspiración para los genios que todavía quedan, se sirve de las emociones para tejer desde la nostalgia los trazos que guían a los poetas; hacedores de historias que sostienen sobre sus desconsoladas ideas la esperanza del mundo. ¡Oh alma de Werther, qué solo tu sabes lo que duele el amor!... Sobre esos cansados hombros, apoyo de un atlas mecido entre mezquitas y renuncias, se levanta la nueva historia de TSODE, o lo que es lo mismo, la nueva obra musical de Jesús Valenzuela Vega; que al igual que en el sueño de al-Ándalus (الأندلس), va al encuentro del amor que nace de las pasiones de un músico con encanto. Sí en Yggdrasil, su opus 1, fue la mitología la fuente de la que bebió hasta saciarse este poeta de sueños y esperanzas; y en Brainstorming, tempestad desatada de promiscua inspiración, se acercó a la ciencia y la conciencia de su curiosa mente creativa (woof, woof, woof); es ahora, en The Quiet Music, The Sonorous Loneliness, su última fantasía, donde los sentimientos se arrebolan sobre las nuevas ideas que el músico teje con desgarro desde su estudio cordobés, mezquita de arena y sal donde los sueños se hacen realidad. ¡Oh alma de Werther, qué solo tu sabes lo que se siente al amar!… El amor es el gran protagonista de The Quiet Music, The Sonorous Loneliness, el último sueño del poeta; un canto de sirenas que arranca suspiros y palidece miradas… Once melodías que Jesús Valenzuela Vega dibuja sobre el pentagrama de la inspiración. ¡Oh alma de TSODE, qué solo tu sabes lo que es el amor!… Once historias que el duduk o la guitarra cuentan para regocijo de los propios dioses. The Quiet Music, The Sonorous Loneliness es una oda al amor que nace de la fértil mente de un músico extraordinario.
Brainstorming
Hace mucho tiempo, en un lugar muy extraño, un músico y su perro, Brain, que así se llamaba, vagaban hambrientos por los acantilados del norte de Hispania buscando ideas. Caminaban por un sendero angosto, oscuro y lleno de hiedra que conducía hacia la fuente del oráculo cuando algo llamó su atención…
—¡Allí está Brain!, el sendero.
—Woof, woof, woof—. Salta, canta y baila.
—¡Vamos!, mueve ese cuerpo peludo y sarnoso que después habrá cerveza para celebrar.
—Woof, woof, woof—. Canta, salta y baila.
Los dos amigos corrieron hacia la fuente cuando un anciano les asaltó en medio del camino. Un viejo jironado y famélico, espectro de tez mortecina que alzó los brazos dejando caer sobre la tierra su báculo.
— ¡A dónde vais insensatos! — profirió con estruendo.
—Woof, woof, woof— Brain se escondió detrás de su amo con el rabo entre las patas.
—A la fuente del oráculo— respondió Tsode agarrando a Brain por las orejas.
—¿Buscas el lugar donde nacen las ideas, verdad? — preguntó el viejo hurgándose la nariz.
—Woof, woof, woof—
-—¡Sí!, ese es el lugar que buscamos. Soy músico y busco ideas.
El viejo se echó a un lado, levanto el brazo y con su huesudo dedo señalando al horizonte les dijo con una voz que parecía brotar de las profundidades de la tierra: “buscad a las musas que ellas os indicaran el camino, pero cuidado, mucho cuidado, que son celosas y no les gusta dar más de lo que reciben”.
—Gracias, así lo haremos.
—Woof, woof, woof.
Siguieron caminando unos centenares de metros… Tocando la flauta y cantando las viejas canciones que Tsode había compuesto antes de su partida —canta, salta, baila—, cuando Brain se paró en seco señalando con su hocico a un grupo de mujeres que danzaban alrededor de un fresno milenario.
—Woof, woof, woof—. Salta, canta y baila.
—¡Sí Brain!, allí están las musas— dijo Tsode mientras avanzaba decidido hacia ellas.
—¡Eh, vosotras!, soy músico y busco el lugar donde nacen las ideas. Estoy seco y tengo sed…
Una de las musas se giró y mirando al músico le dijo: “estás seco porque nos has secado, ya no tenemos nada que ofrecerte”.
—Pues decidme donde está la fuente para que pueda ver donde nacen— les espetó desde la distancia.
—Woof, woof, woof—. Me escondo, me escondo, me escondo.
La misma musa, con paso ágil y el torso semidesnudo se acercó a los dos amigos diciéndoles: “por allí —su dedo señalaba el camino—, seguid por esa senda y pronto avistaréis la fuente, ¡pero recordad una cosa!…
—Woof, woof- entre tanto… Brain se había varado a la orilla del camino para beber cerveza. (Ja, ja, ja)
—La fuente os mostrará el lugar donde se esconden las ideas, una sola vez— dijo mientras desaparecía entre la espesa bruma…
—Una sola vez— repitió el eco.
—Tsode y Brain emprendieron a toda prisa el camino que la musa les había indicado. Ascendían, ascendían serpenteando por la escarpada ladera del acantilado mientras, abajo, las olas rompían sin piedad contra las rocas. La bruma se disipó, y allí, en lo alto de la atalaya apareció la fuente…
—¡Corre, corre, Brain, que allí están las ideas!— le gritó a su compañero.
—Woof, woof— jadeaba el lanoso chucho mientras subía persiguiendo a su amigo.
Llegaron jadeando a los pies de la fuente. Se miraron los dos… Ya habían llegado. Pronto irían al encuentro de ellas… Para después emborracharse con cerveza de barril en la taberna del músico sordo.
—Allá voy querido amigo.
Tsode se apoyó en el borde de la fuente y dando un pequeño salto colgó sobre la piedra azulada la mitad de su rechoncho cuerpo para mirar el agua del oráculo…
—¡Ja, ja, ja, ja!— rió con estruendo mientras caía sobre sus posaderas a los pies de la fuente.
—Woof, woof, woof— ¿Qué, qué, qué?
— ¡Soy yo Brain, soy yo!, es mi rostro lo único que he visto reflejado en el agua… dijo riendo con gran estruendo.
— ¡Ja, ja, ja, ja!—- volvió a reír el músico…
—Woof, woof, woof—. Canta, salta y baila.
Yggdrasil
(T)odas las grandes obras, las de abolengo y vetusta tradición, albergan ¡buenas y santas! Historias… Algunos las cuentan, otros las escriben o susurran, pero los más osados, aquellos que buscan en las profundidades del alma, las interpretan tomando como punto de partida las melodías –mitología sonora– que narran los orígenes del universo. ¿Dioses?, podría ser, siempre y cuando tomemos la mitología como referencia, algo que el compositor Jesús Valenzuela Vega ha utilizado para la elaboración de YGGDRASIL, su primer gran opus, un viaje a las entrañas de la mitología nórdica -¡cuán desconocida eres!- que pone de manifiesto una cosa, la estupenda salud por la que atraviesa la música electrónica de nuestro país. Un árbol, un fresno perenne –cósmico según la leyenda (“armazón del mundo”)-, un pozo del conocimiento, raíces y ramas que sostienen los nueve mundos –uno más, el que sale de los dedos de Paco Salazar- y un águila sin nombre que vuela sobre las seis cuerdas de una mágica guitarra llamada Engel; son los elementos utilizados por el músico para crear esta pequeña obra de arte que combina con ingenio –eclecticismo lo llaman algunos- la romántica idea de una mitología sonora –tradición- con las tecnologías más vanguardistas. Es, y disculpen la analogía, como el fantástico viaje de Odiseo, héroe sin parangón que viajo de regreso a Ítaca sorteando innumerables peligros. Jesús, o TSODE, nombre de su proyecto, propone un viaje al corazón de la mitología escandinava ataviado con la imaginación y la originalidad, herramientas que forjadas en la fragua de la humildad hacen del músico un ser diferente. YGGDRASIL es la respuesta que el músico da a las preguntas que emanan de ese árbol sagrado, predica que proviene de la intuición y la destreza de dos deidades –sigamos con la analogía- convertidas en músicos…
(S)alazar, ilustre apellido de un artesano del sentimiento, es el virtuoso dios la música –primera divinidad de YGGDRASIL– que tañe a los pies del árbol sagrado las melodías que el viento le susurra. Esta deidad convertida en músico atrapa las emociones que anidan en el interior de los nueve mundos –Nine Worlds– interpretando con las yemas de los dedos las delicadas notas que salen de la mente del gran hacedor. Quizá sea este el primer alto en el camino –el orden es aleatorio-, parada y fonda que narra la primera gran historia de YGGDRASIL, una emotiva tonada que Salazar interpreta desde las tripashurgando allí donde los sentimientos se tejen con la pasión y la destreza de los artesanos -¡qué pocos quedan ya!-, afectos que emanan puros de los Nueve Mundos. A los pies del gran árbol los músicos gestan una de las melodías más bellas de toda la obra, un canto de sirenas al que ni el mismísimo Odiseo podría haberse resistido…
(O)riginal es toda obra que no copia o imita a otra, idea que sobrevuela con demasiada ligereza las aportaciones que los jóvenes talentos hacen a la música actual. Que si copia a este; o a aquel otro; o al de más allá… ¡vaya por dios!, afirmaciones que en algunas ocasiones, y esta es una de ellas, carecen de rigor. Dicho esto, es fácil otear las influencias que YGGDRASIL tiene, pero son solo eso, influencias, algo que todos tomamos prestado para empezar a crear, “¡y el que esté libre de pecado que tire la primera piedra!”… Ahora bien, la realidad de esta obra es muy distinta, ya que Jesús consigue que nos olvidemos de esas relaciones musicales para adentrarnos en un universo original lleno de matices, un lenguaje con sabor añejo -tiene un cierto aire retro (Journey For The Iving River/Mannaheim)- que vislumbra un nuevo amanecer, un soplo de aire fresco que mecido por los dioses de los Nueve Mundos dan forma a YGGDRASIL. Esta originalidad hace, si cabe, más interesante el trabajo de un músico que busca nuevos senderos por los que expandir su creatividad. Ni copia, ni imita, ni pega, actividades tan en boga que convierten al artesano en obrero…
(D)ioses y Diosas se citan a los pies de YGGDRASIL… cantan y bailan al son de las melodías que salen de los instrumentos que esos dioses de barro, costilla y soplo, tañen bajo la lisérgica influencia de los astros mayores. Una de esas deidades es Freyja, la diosa del amor, la belleza y la fertilidad, una divinidad a la que Jesús Valenzuela ha revestido con los ropajes de la pausa –Freyja-, sensación que va posándose sobre la piel de la diosa mientras la música suena a los pies del árbol de la vida… algo así como una visión a cámara lenta de su propia realidad. Freyja es una etérea y promiscua melodía que sugiere más que muestra, da más que recibe; tiempo que queda suspendido sobre las diversas interpretaciones que los habitantes de los Nueve vierten sobre el pozo del conocimiento. Cantan, bailan y liban a los pies de YGGDRASIL… Mientras, Freyja, diosa del amor y la belleza espera a que el águila Engel la lleve asida a sus garras hasta la copa del árbol donde el amanecer es el principio de todas las cosas…
(E)ngel, el águila sin nombre, también conocido como Arcengelus el virtuoso –la otra deidad de YGGDRASIL-, contempla desde las alturas la fiesta que dioses, músicos y acólitos celebran para conmemorar que la diosa Freyja les ha otorgado su favor. Jesús utiliza la guitarra de Engel, virtuosa imagen del equilibrio, para describir el vuelo de esta sagrada ave mitológica. Arcengelus bate sus ágiles dedos haciendo brotar de sus propias entrañas la melodía más proporcionada de toda la obra –Flying Hawk-, una efectista tonada –sin connotaciones peyorativas- que aúna originalidad y creatividad a partes iguales. Puedo afirmar, aun a riesgo de parecer pretencioso, que el vuelo encarnado por este dios de barro es, junto al de Nicholas Gunn –Flight Over North Rim, de su obra –“The Music Of The Grand Canyon”-, uno de los vuelos más emocionantes que he podido escuchar a lo largo de mi vida.
Estas son solo unas cuantas impresiones que nacen de la admiración y el respeto que siento por un músico que ha hecho que la electrónica, tan falta de sentimiento, acabe por adherirse a mi piel de un modo tan natural como necesario. YGGDRASIL es un viaje iniciático a través de la mitología sonora que Jesús Valenzuela Vega ha construido ayudado de dos deidades –forjadas en los lodos del sentimiento- que tañen sus instrumentos al son de los vientos que mecen las hojas del YGGDRASIL. Un viaje sin retorno que bebe de las aguas que manan del pozo del concimiento…